En estos últimos años, los médicos han notado un aumento bastante preocupante de casos de personas jóvenes con piedras en los riñones, una afección que antes era más común en adultos mayores.
Los expertos coinciden que no es simple coincidencia, y que todo podría deberse al estilo de alimentación moderna. Lo que muchos no saben es que las piedras comienzan a formarse lentamente, a causa de hábitos que parecen inofensivos pero dañan silenciosamente el sistema renal.
El riñón es sin duda uno de los órganos más importantes del cuerpo, responsable de filtrar las toxinas y mantener el equilibrio de líquidos. Sin embargo, cuando la dieta se vuelve demasiado alta en ciertos componentes como sodio, azúcares o proteínas animales, el organismo empieza a acumular sustancias que se cristalizan dentro de las vías urinarias, dando origen a las famosas piedras o cálculos renales.
Entre los alimentos que más influyen en su aparición están los refrescos y las bebidas con alto nivel de azúcar. Ya que un alto nivel de azúcar y sodio altera la composición natural de la orina, haciendo que los minerales se concentren y se adhieran entre sí. El resultado es un entorno ideal para la formación de cristales duros, que con el tiempo pueden convertirse en cálculos.
Otro gran responsable son las carnes rojas y los embutidos, alimentos ricos en proteínas animales. Cuando se consumen en exceso, elevan los niveles de ácido úrico en la sangre, lo que sobrecarga el funcionamiento renal.
Este tipo de proteína genera residuos que el cuerpo debe eliminar a través del riñón, y si no hay una hidratación adecuada, dichos desechos se concentran y forman cristales.
El exceso de sal es otro enemigo silencioso. Aunque muchas personas no lo notan, una dieta alta en sodio no solo hacen que se retengan líquidos, causando así un estado de deshidratación, sino que también aumenta la cantidad de calcio en la orina.
Ese exceso de calcio puede unirse a otras sustancias y formar las temidas piedras. Los especialistas recomiendan reducir la sal en las comidas, evitar los alimentos ultraprocesados y preferir condimentos naturales.
También existen productos que, aunque se crea que son saludables, deben consumirse con moderación. Dentro de estos están los cacahuates, las espinacas y las moras, alimentos que contienen oxalato, un compuesto que se combina con el calcio y da lugar a cristales duros.
Por suerte, la alimentación también puede ser una gran aliada para prevenir los cálculos renales. El primer paso es mantener una hidratación constante. El agua ayuda a diluir los minerales y eliminar los desechos que podrían convertirse en piedras. Beber entre dos y tres litros diarios es esencial para mantener los riñones funcionando correctamente.
Otro aliado natural es el limón, así como otros cítricos. Estas frutas contienen citrato, una sustancia que impide que el calcio y el oxalato se unan. Incorporar jugo de limón natural o agua con rodajas de cítricos a la dieta puede marcar una gran diferencia.
Del mismo modo, las frutas y verduras frescas ayudan a equilibrar el pH de la orina, favoreciendo la función renal y reduciendo el riesgo de acumulación de minerales.
En conclusión, no se trata de eliminar por completo estos alimentos, sino de mantener una dieta equilibrada y acompañarla con una buena hidratación diaria.
Es de suma importancia prestar atención a lo que comemos, y aunque las piedras en los riñones son cada vez más frecuentes, la mayoría de los casos se pueden prevenir con simples cambios en la alimentación y el consumo de agua.