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FOTOS El verdadero rostro de Sahar Tabar antes de hacerse todos los procedimientos

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En 2017, Sahar Tabar, una joven iraní cuyo nombre real es Fatemah Khishvand, se volvió viral en Instagram por sus impactantes selfis, que muchos describieron como un “parecido” a la actriz Angelina Jolie. Sin embargo, la historia que se difundió en redes no reflejaba la realidad completa.

Inicialmente, medios turcos informaron que Sahar habría pasado por más de 50 intervenciones estéticas y perdido alrededor de 40 kg (90 lb) para lograr ese parecido, esta versión cautivó al público y generó una ola de atención mediática, alcanzando cientos de miles de seguidores en sus redes.

Con el paso del tiempo, surgiu una versión alternativa de los hechos: Sahar admitió que el aspecto exagerado no era completamente real, sino que gran parte se logró mediante maquillaje y edición fotográfica. Ella misma aclaró que su objetivo no era parecerse a una celebridad, sino explorar un estilo artístico personal.

La fama repentina no vino sin consecuencias. En 2019, fue detenida en Irán bajo cargos relacionados con “corrupción de la juventud”, y fue condenada a diez años de prisión. Sin embargo, tras sólo 14 meses en reclusión, fue liberada

Después de su liberación, apareció en televisión revelando su rostro real y aclarando el mito: se había sometido a algunos procedimientos —como rinoplastia y relleno labial—, pero no a las 50 operaciones que circulaban en redes. La mayoría del impacto visual fue logrado con maquillaje y retoque digital.

El caso de Sahar plantea preguntas importantes sobre los riesgos de la exposición mediática en redes sociales y cómo se construyen narrativas engañosas basadas en imágenes. También evidencia cómo los estereotipos de belleza pueden llevar a extremos peligrosos, ya sea reales o fabricados.

Su testimonio final expresa que el efecto buscado no era ser ‘la versión extrema de una famosa’, sino explorar su propia creatividad estética. Con esto, invita a reflexionar acerca de los límites entre arte, alteración de imagen y salud emocional .

En resumen, la historia detrás de la “supuesta imitadora de Angelina Jolie” muestra que la realidad puede distar mucho del rumor viral. También es un recordatorio de que el uso responsable de redes sociales implica diferenciar entre lo real, lo digitalmente modificado y lo artístico en un contexto cultural complejo.

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