El hecho de que un animal resulte exótico o asombroso para las personas no justifica utilizarlo para divertir al público. Aun así, numerosos ejemplares siguen en zoos y circos, confinados en espacios diminutos sin oportunidad de experimentar un entorno libre y natural.
Mufasa era uno de ellos: vivía atado y fuera de escena permanecía encerrado en la parte trasera de la camioneta. Durante años, este puma conocido popularmente como “león de montaña” fue explotado para el espectáculo.
Cuando no actuaba, permanecía retenido tras las cadenas, sin el mínimo bienestar que merece cualquier ser vivo. Una luz de esperanza llegó en 2015. Tras un arduo proceso, la organización internacional Animal Defenders International clausuró el circo y rescató al último animal salvaje que quedaba: Mufasa.
Por fin terminó la incertidumbre y el abuso; ya nadie intentaría lucrarse con él. Para ayudarlo a adaptarse, se construyó una reserva cercada dentro de un bosque peruano, donde pudo caminar sobre hierba y moverse con libertad en un entorno seguro y acorde con sus necesidades.
Verlo pisar el suelo natural por primera vez fue emocionante y recordó a todos cuál es el verdadero lugar de la fauna silvestre. Lamentablemente, tantos años de cautiverio dejaron secuelas irreversibles. Mufasa partió en diciembre de 2015 a causa de insuficiencia renal y otros problemas propios de la edad y del maltrato sufrido.
Su tiempo en libertad fue breve, pero al menos sus últimos meses transcurrieron sin cadenas, rodeado de naturaleza.
La historia de Mufasa subraya la importancia de rechazar cualquier forma de explotación de animales salvajes para entretenimiento. Los animales merecen vivir de acuerdo con su naturaleza, libres de cadenas y jaulas. Compartir este mensaje ayuda a crear conciencia y a prevenir que otros seres vivos sufran la misma suerte.