En el apogeo de su carrera, Jones era conocido por su carisma y vida de gira, mientras estaba casado con su esposa Linda durante casi seis décadas. Aunque siempre se mantuvo reservado sobre algunos aspectos personales, se sabe que su matrimonio atravesó bastantes altibajos por su agitada vida pública.
Marjorie, por su parte, fue una figura destacada del entretenimiento y la moda. Desde joven mostró determinación y personalidad, lo que la llevó a convertirse en Miss Mundo en el año 1973. Fue entonces cuando conoció a Jones, iniciando una relación que captó la atención de los medios.
Sin embargo, su historia no estuvo exenta de complicaciones. Marjorie también mantenía un compromiso con el piloto Peter Revson, quien partió trágicamente en el año 1974. Poco después, la ruptura con Jones afectó profundamente a Wallace, quien vivió momentos difíciles a nivel emocional.
La relación entre Tom y Marjorie fue objeto de controversia no solo por la diferencia de edad y su fama pública, sino porque ocurrió mientras Jones aún estaba casado. La exposición mediática fue tal que afectó incluso la imagen de Marjorie como Miss Mundo, provocando su destitución tras una aparición pública junto al cantante. Para los organizadores del certamen, su vínculo con figuras del entretenimiento masculino fue considerado inapropiado para el rol que debía representar.
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Afortunadamente, logró recuperarse y siguió una carrera como presentadora y actriz. Hoy, a sus 71 años, Marjorie recuerda esa etapa con serenidad. Aunque ya no habla públicamente de su relación con Tom Jones, reconoce que mantienen una amistad cordial. Él, actualmente con 84 años, continúa activo en el mundo del espectáculo, recientemente como coach en The Voice.
Lo más sorprendente es cómo ambos, tras tantos años y caminos distintos, lograron preservar una conexión basada en el respeto y la admiración mutua. Más allá de lo vivido, Marjorie y Tom han demostrado que algunas personas dejan huellas permanentes, incluso cuando ya no comparten el mismo camino.
Esta historia es también un recordatorio de que detrás de las figuras públicas hay personas con historias reales, marcadas por decisiones difíciles, momentos de gloria y episodios de vulnerabilidad. Esto refleja como solo una imagen para despertar la curiosidad sobre todo lo que ocurrió fuera del foco de las cámaras.