Curiosidades

La poderosa razón por la cual las parejas deciden no compartir la cama después de los 50.

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A medida que pasa el tiempo, muchas parejas se dan cuenta de que ciertas costumbres que funcionaban durante años ya no resultan tan efectivas.

Y la principal de estas es compartir la cama, durante mucho tiempo ha sido considerado como un símbolo de intimidad en la pareja y de la conexión emocional que comparten, cada vez más parejas a partir de los 50 años deciden dormir en camas separadas.

Esta decisión, no refleja en sí un problema en la relación, más bien se debe a una necesidad de bienestar físico, emocional y de mejorar la calidad del sueño y sentirse más descansados al día siguiente.

Esto se debe a que a medida que avanzan los años, el cuerpo empieza a manifestar cambios que pueden afectar el descanso nocturno, como el insomnio, los dolores musculares o articulares, la necesidad de ir con frecuencia al baño durante la noche se vuelven más frecuentes.

Es por esto que compartir la cama puede volverse un problema, sobre todo si uno de los dos se mueve mucho, ronca o tiene un patrón de sueño distinto. Por eso, dormir separados puede ser un beneficio para la vida de pareja.

Al mejorar la calidad del sueño, disminuye la irritabilidad y el mal humor que muchas veces nacen del cansancio excesivo. De hecho, muchas parejas afirman que discutían menos y se llevaban mejor una vez que empezaron a dormir por separado.

Además, al estar más descansados, el tiempo que pasan juntos incluso en la intimidad puede ser más significativo y espontáneo. Algunos incluso aseguran que esta separación nocturna ha revitalizado su vida de intimidad, al recuperar el deseo y el interés.

Pero es importante destacar que para que esta elección funcione sin afectar la relación, debe haberse dado una buena comunicación. Hablar con honestidad sobre lo que necesita cada uno, sin culpas ni suposiciones, puede prevenir malentendidos, ambos deben de estar de acuerdo.

En conclusión, dormir por separado después de los 50 años no es señal de crisis. Muy por el contrario, puede ser una muestra de madurez emocional y de respeto mutuo.

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