A los 14 años, Úrsula Bexiga quedó embarazada. Semanas después celebró sus 15 con un vestido amplio para ocultar la panza, esperando que el festejo pasara sin preguntas. Poco tiempo más tarde nació su hija, marcando el inicio de una etapa atravesada por el estigma y el silencio.
Tras el parto intentó volver al colegio llevando a su beba porque no tenía con quién dejarla. Durante un tiempo, docentes y personal la ayudaron, hasta que una inspección determinó que no podía ingresar con la niña. El mensaje fue claro: sin posibilidad de llevar a su hija, Úrsula quedó fuera del sistema educativo.
“Vos te lo buscaste” fue una sentencia que escuchó más de una vez. La maternidad temprana vino acompañada de soledad, culpa y vergüenza. Con el tiempo y con apoyo terapéutico, pudo narrar su propia historia sin temor, entendiendo que el juicio social agrava las dificultades en lugar de resolverlas.
En la última década los embarazos en adolescentes han disminuido, pero todavía se cuentan por decenas de miles al año. Una porción importante no es intencional. Entre los factores que influyen aparecen el acceso desigual a anticonceptivos, la implementación irregular de la educación sexual integral y situaciones de violencia que siguen sin visibilizarse lo suficiente.
Con apoyo familiar, Úrsula retomó y concluyó el secundario. Trabajó, se formó en oficios y construyó un camino laboral diverso. A lo largo de los años amplió su familia y elaboró una forma de maternar más amable consigo misma, aprendiendo a pedir ayuda y a sostener redes.
Su proyecto de vida incorporó nuevas formas de cuidado y vínculos afectivos que fortalecieron la convivencia. La experiencia mostró que la maternidad puede expresarse de múltiples maneras y que el acompañamiento adecuado cambia trayectorias.
Desde su historia, Úrsula subraya la importancia de la información oportuna, la contención emocional y el acceso real a derechos. No hay nada romántico en la maternidad forzada o no planificada: con políticas públicas eficaces, escuelas que acompañen y familias presentes, muchas biografías pueden escribirse distinto.
La vida de Úrsula expone dos planos: la fuerza para salir adelante y las deudas de un sistema que, muchas veces, expulsa en lugar de sostener. Escuchar sin juzgar y garantizar apoyos concretos son pasos esenciales para que ninguna adolescente tenga que esconderse en su propia fiesta.