Abby y Brittany Hensel, de 35 años, son gemelas siamesas bicefálicas, lo que significa que tienen dos cabezas pero comparten un solo cuerpo del cuello hacia abajo. Su caso ha sido conocido desde que eran niñas, pero hoy su historia vuelve a generar conversación por una situación que muchos consideran injusta.
A lo largo de su vida, Abby y Brittany han demostrado una admirable capacidad de adaptación. Aprendieron a caminar, manejar, coordinar sus movimientos y vivir con plena autonomía. Pero sus logros no se detienen ahí.
Ambas decidieron estudiar pedagogía en la Universidad de Bethel, en Minnesota. Aunque compartieron algunas clases, cada una eligió una especialidad distinta: Abby se enfocó en matemáticas y ciencias, mientras que Brittany optó por artes del lenguaje. Ambas pagaron matrículas por separado y cumplieron los requisitos individuales de su carrera.
Dos profesoras en un solo cuerpo
Actualmente, trabajan en una escuela primaria en Minnesota, Estados Unidos. Allí, Abby imparte las clases de matemáticas y ciencias, y Brittany enseña artes del lenguaje y brinda apoyo académico a estudiantes con necesidades especiales. A pesar de tener funciones distintas y cumplir con responsabilidades individuales en el aula, reciben un solo salario compartido.
El monto que ambas reciben por su labor como profesoras ronda los 75,000 dólares anuales, que es el sueldo promedio para un maestro con experiencia en esa región. Sin embargo, este monto es repartido entre ambas, ya que el sistema las contrata como una sola persona.
¿Dónde queda la equidad?
La situación ha abierto un debate: si para estudiar se les reconoce como dos personas individuales —pagando doble matrícula y especializándose en áreas distintas—, ¿por qué al momento de trabajar se las remunera como si fueran una sola?
Este caso pone sobre la mesa una pregunta profunda sobre ética, reconocimiento profesional y justicia laboral. Más allá de las condiciones físicas, Abby y Brittany piensan, enseñan y trabajan como dos individuos comprometidos con la educación de sus estudiantes.
En tiempos donde la inclusión y la equidad son temas centrales, historias como la de Abby y Brittany nos invitan a replantear nuestras estructuras. ¿Estamos realmente valorando a las personas por lo que aportan o seguimos atados a una visión limitada de lo que consideramos “normal”?
Ellas ya hicieron su parte: estudiaron, se superaron y hoy inspiran a miles. Ahora, la pregunta es para nosotros: ¿el mundo está preparado para reconocerlas como se merecen?